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DEPREDADORES HERBÍVOROS

29 de ago de 2024

2 min de lectura

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En el año 2030, en las sabanas de Tanzania, nació una leoncita llamada Zuri, que más tarde se convertiría en una gran cazadora como su madre, Binti, conocida como “La Flecha de Ébano” por la velocidad con la que alcanzaba a sus presas. Sin embargo, desde muy pequeña comenzó a sentir simpatía por las gacelas, las cebras y los jabalíes, que eran consideradas las principales presas de las manadas felinas. 

Mientras sus hermanas se deleitaban cazando grandes festines, ella comía hierbas a escondidas. Otras veces se vio obligada a devorar carnes, fingiendo que las disfrutaba. Nadie podía conocer sus verdaderas preferencias.

Un buen día, mientras iba de caza con su madre, convertida en una prominente hembra y cansada de fingir, le dijo. 

—No quiero cazar Mamá. La verdad es que soy herbívora, dijo con timidez.

La leona madre, perpleja, respondió:

—¿Qué? ¿Cómo es eso de que eres herbívora? Nosotros los felinos siempre hemos sido animales carnívoros. Eso que me dices es imposible. En cientos de años nunca ha habido ningún herbívoro entre nosotros. 

—Pues, entonces, seré la primera de mi especie. No tienes por qué avergonzarte. No hay nada de malo en ello —replicó la hija. 

—Pero, ¿qué dices? Esto no es malo, es gravísimo. No quiero ni pensar lo que dirá tu padre cuando se entere — comentó la madre, molesta. 

—La verdad es que ya lo sabía hija. De hecho, el tío Jengo tiene algo que debe compartir contigo—dijo el Rey León, quien se dio cita al encuentro repentinamente en compañía de su hermano. 

—Mi querida, Zuri, la verdad es que tú y yo tenemos algo en común. Yo también soy herbívoro y te aseguro que no hay nada por lo que avergonzarse—replicó el pariente de los felinos. 

—¿Y por qué no nos habías contado nada? —preguntó la madre leona, con voz estridente y claramente sorprendida. 

—Pero si tú eras la cazadora estrella de la selva, la gran flecha de Ébano. Era otra época. Era imposible compartir algo así contigo. La verdad es que esto me hizo sentir indigno de la manada durante mucho tiempo. Pensé que los había defraudado  por no ser como ustedes. Pero comprendí con el tiempo que no hay nada de malo en ser diferente. Al saber que mi sobrina también es herbívora, no puedo seguir fingiendo. No quiero que viva lo mismo que yo. Debe ser ella misma —expresó Jengo. 

—Gracias, tío. Eres el mejor. Estoy orgullosa de ti. Es bueno saber que no estoy sola en esto —dijo la joven. 

—Nunca lo estarás, hija. Tu madre, tu tío y yo siempre estaremos aquí para ti —dijo el amo de la selva. 

En ese momento, las hermanas leonas de Zuri se unieron a la tertulia, a quienes les confesó su extinto secreto. La madre felina, conmovida, los abrazó a todos. Como familia regresaron a casa y la joven leona nunca volvió a ocultar sus preferencias alimenticias. Con el tiempo, muchos otros felinos herbívoros dejaron de actuar con disimulo.


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